Juan Belt, corresponsal en una capital amenazada por bombardeo, presiente en la calle la inminencia de un ataque. Se dirige a la cas que habita el matrimonio Benet, ya que tiene especial interés en ver a Elena, la Esposa de Enrique Benet. Iniciada la alarma, todos los vecinos de la casa se encuentran en el pequeño sótano. La película recoge, segundo por segundo, todo lo que a través de una hora de ataque piensan y sienten los vecinos. En un primer momento, nadie cree en la gravedad de la situación, que después se pondrá de manifieso; hay nerviosidad pero no miedo. La nerviosidad hace que la debida educación se pierda un tanto. La falta de miedo permite, por otra parte, que, ausente ya la educación, aparezca en primer plano las diferencias, simpatias y antipatías que entre los personjaes existen. En pleno ataque de violencia del mismo hace que estas diferencias pierdan importancia y afloren los más íntimos sentimientos. A modo de espejo, el bombardeo permite a la mayoría verse en la intimidad. Pasado el ataque, los más recobran su vieja personalidad, apagada por una hora. Otros, los menos, han empezado a vislumbrar un mundo distinto. El corresponsal, de nuevo en la calle, reflexiona bajo el voltear de unas campanas de iglesia casi destruida acerca del bombardeo, el odio y el amor. Tema central que ayuda a este proceso psicológuico es una partida de ajedrez que van jugando un sabio y un sacerdote. Es una prueba de nervios para los dos hombres que apoyan en distintos valores morales su serenidad. Triunfa el amor en un matrimonio y aparece derrotada una muchacha frívola, no mundana, que trata de atraer al periodista. Anuario cinematográfico hispanoamericano. Pág. 767